● El canciller israelí Gideon Saar confirmó el ataque a la cárcel de Evin en Teherán y lo celebró citando al presidente argentino Javier Milei: “¡Viva la libertad, carajo!”. El mensaje, que incluyó una mención directa al mandatario, generó fuerte repercusión internacional. La frase, convertida en emblema del oficialismo argentino, fue utilizada como símbolo de apoyo a la ofensiva militar israelí, vinculando indirectamente a la Argentina con un bombardeo de alto riesgo geopolítico.

● Analistas y diplomáticos advirtieron que esta referencia a Milei podría comprometer la posición de Argentina, históricamente neutral en conflictos armados. Aunque no implica participación directa, el uso de símbolos nacionales en contextos bélicos expone al país a consecuencias diplomáticas, comerciales o de seguridad, sobre todo si el conflicto escala y se amplía el espectro de represalias iraníes. Argentina integra además bloques regionales que mantienen posiciones más cautelosas.

● En paralelo, la situación en Medio Oriente se agravó. Israel bombardeó seis aeropuertos y bases militares iraníes, destruyendo aviones y misiles. Estados Unidos ejecutó la operación “Martillo de Medianoche” con más de 125 aeronaves, atacando tres instalaciones nucleares clave. En represalia, Irán prometió “terminar esta guerra”, advirtió a EE.UU. y pidió cerrar el estratégico estrecho de Ormuz. China evacuó a su población y Putin convocó de urgencia al canciller iraní.

● En medio de esta escalada, la ONU, la OIEA y numerosos países advirtieron sobre el riesgo de un conflicto global. Rafael Grossi dijo que “nadie está en condiciones de evaluar los daños nucleares” y pidió el cese de hostilidades. La adhesión simbólica de Milei a un bando en guerra abre un frente de debate en Argentina sobre los límites de la diplomacia presidencial, el uso geopolítico de su figura y el potencial impacto en las relaciones internacionales y la seguridad del país.

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