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El obispo de La Rioja, Monseñor Dante Braida envió su mensaje sobre este tiempo de cuaresma, tan sentido por la comunidad cristiana: “Iniciamos la cuaresma, disponiéndonos a transitar un camino de conversión y transformación personal y comunitaria” expresó en la misa que se celebró en la iglesia catedral.

El obispo de La Rioja, Monseñor Dante Braida envió su mensaje sobre este tiempo de cuaresma, tan sentido por la comunidad cristiana: “Iniciamos la cuaresma, disponiéndonos a transitar un camino de conversión y transformación personal y comunitaria. Si todos y cada uno de los que seguimos a Jesús, queremos caminar juntos y en clave de Sinodalidad, tenemos que aprender a escucharlo tanto en nuestro corazón como en comunidad, dejando que Él nos guíe hacia una experiencia de vida plena”, comenzó así su mensaje.

“Siguiendo el mensaje del Papa para este tiempo cuaresmal tomamos como referencia el Evangelio de la Transfiguración (Mt 17,1-8). Allí Jesús invita a tres de sus discípulos a realizar un camino de ascenso a un monte donde luego se mostrará de un modo ‘deslumbrante’ junto a Elías y Moisés. La presencia de ambos profetas nos habla de los orígenes de la revelación de Dios, que llegará a su plenitud en la persona de Jesús. Los discípulos, que gozan de este momento de gracia, luego tendrán que realizar el camino de descenso a la vida cotidiana para seguir caminando con Jesús en medio de las dificultades de cada día.

 “La primera consiste en escuchar a Jesús. “’Este es mi Hijo amado, Escúchenlo’ dirá el Padre. La Cuaresma es un tiempo de gracia en la medida en que escuchamos a Aquel que nos habla ante todo en la Palabra de Dios (…), meditemos las lecturas bíblicas de cada día (…) Además el Señor lo hace a través de los rostros y en las historias de quienes necesitan ayuda. Pero, hay otro aspecto, muy importante en el proceso sinodal: el escuchar a Cristo pasa también por la escucha a nuestros hermanos y hermanas en la Iglesia; esa escucha recíproca (…) siempre es indispensable en el método y en el estilo de una Iglesia sinodal.” Por eso nos preguntemos, ¿Qué lugar y momento del día destinaré para leer el Evangelio? ¿Qué tiempo dedicaré a escuchar a los demás?”, agregó.

“La segunda es “dejarnos conducir por Jesús que también a nosotros nos dice: ‘Levántense, no tengan miedo’. Esta enseñanza es un llamado a “no refugiarse en una religiosidad hecha de acontecimientos extraordinarios, de experiencias sugestivas, por miedo a afrontar la realidad con sus fatigas cotidianas, sus dificultades y sus contradicciones. La luz que Jesús muestra a los discípulos es un adelanto de la gloria pascual y hacia ella debemos ir, siguiéndolo a Él solo”. Respondiendo a esta indicación podemos preguntarnos ¿Cuáles son esas situaciones cotidianas que más me cuestan afrontar? ¿Cuáles son los miedos que me paralizan en el camino sinodal? ¿Es Jesús nuestra referencia permanente?”, añadió.

“En esta cuaresma invito a toda la Diócesis a seguir creciendo en un renovado espíritu de oración, para continuar comprometiéndonos aún más en el camino sinodal ya iniciado, para que esté fuertemente enraizado en Jesús y, desde él, podamos mirarnos como hermanos y hermanas con quienes tenemos que caminar y crecer juntos, siempre en salida misionera. Siguiendo las propuestas prioritarias que han surgido de la escucha realizada durante los primeros pasos del Sínodo, los invito a alentar a los jóvenes a sumarse a la vida de nuestras comunidades. Muchos jóvenes se sienten lejos de la Iglesia, o nos ven distantes. Ejercitar una actitud de cercanía cordial con una atenta escucha será un primer paso para comprender el lugar en que cada joven se encuentra”, indicó.

“Sabemos que en ellos hay una gran riqueza de valores e iniciativas renovadoras que pueden brindar un aire fresco y esperanzador a la Iglesia y a la sociedad. También en muchos de ellos, hay situaciones difíciles de superar: afectados por problemas familiares, por no encontrar un sentido a la vida, por sentirse solos o, quizás atrapados en alguna adicción. Por eso, en esta Cuaresma, los invito a que nos preguntemos ¿A qué joven puedo acercarme para escucharlo de un modo cercano y cordial?; y, respondiendo a lo que escucho considerar: ¿Qué ayuda concreta puedo ofrecerle?”, se preguntó.

“Que la intercesión de nuestros Beatos Mártires Carlos, Gabriel, Enrique y Wenceslao nos ayude a vivir este tiempo de Cuaresma asumiendo la Cruz que implica el camino de conversión personal y comunitaria con la esperanza puesta en la vida que el Señor nos promete y que ellos ya gozan en su plenitud”, concluyó.

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