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El consumo de carne vacuna en Argentina se desploma a niveles históricos, con una merma del 17,6% en el primer trimestre. Mientras tanto, el pollo registra un aumento del 13,1%, reflejando la preferencia de los consumidores por alternativas más económicas. La industria cárnica enfrenta una profunda crisis, con ventas estancadas y aumento en los costos fijos. Buscan soluciones para recuperar rentabilidad.

El consumo de carne vacuna en Argentina ha sufrido un drástico descenso, marcando la peor caída en los últimos 30 años, según reporta la Cámara de la Industria y el Comercio de Carnes y Derivados de la República Argentina (CICCRA). En el primer trimestre del año en curso, la disminución fue del 17,6% en comparación con el mismo período del año anterior.

Los datos revelados muestran que, mientras el consumo de cortes vacunos experimentó un incremento del 9,5%, el pollo registró un alza del 13,1%. Esta tendencia refleja un cambio significativo en las preferencias del consumidor argentino, que opta cada vez más por alternativas más económicas.

La situación es especialmente grave para la industria cárnica, con ventas estancadas, reducción en la actividad de faena y un aumento en los costos fijos que presionan sobre el precio final del producto. Miguel Schiariti, presidente de CICCRA, advierte sobre la situación crítica que enfrentan los frigoríficos, con escasa demanda por parte de los carniceros.

A pesar de la crisis, la carne vacuna es uno de los productos que menos ha aumentado de precio durante este año, reflejando la caída en el poder adquisitivo de los consumidores argentinos. El Índice de Precios al Consumidor de abril, revelado por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), alcanzó el 8,8%, acumulando un incremento del 65% en el primer cuatrimestre del año.

Esta desaceleración en los aumentos de precios de la carne vacuna, aunque puede ser vista como una medida paliativa para los consumidores, es un síntoma claro de la crisis que enfrenta el sector, sumergido en una profunda recesión debido a la pérdida de competitividad frente a otras opciones alimenticias como el pollo o el cerdo.

La incertidumbre sobre el futuro de la industria cárnica en Argentina persiste mientras los actores del sector buscan soluciones para revertir la tendencia descendente en el consumo de carne vacuna y recuperar la estabilidad económica perdida.

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