Gastón, comerciante gastronómico, expresó su profunda frustración ante la drástica caída en las ventas y el impacto de las elevadas tarifas de servicios en su negocio. «La venta no es que cayó, se destruyó. La gente ya no tiene un mango en el bolsillo», señaló con preocupación. A pesar de tener 18 mesas en su local, comenta que solo se llenan en ocasiones excepcionales, como durante partidos de fútbol importantes.
Además, Gastón resaltó el aumento desmedido de las tarifas: «Una factura de agua que era de $478.000 ahora llega a $1.027.000. Y sumale la luz, el gas… así no se puede», afirmó.
La combinación de la baja en el consumo y los incrementos en los costos fijos han puesto a muchos comerciantes en una situación insostenible. «Se acabó. La gente antes venía, comía, gastaba, pero ahora no hay más nada», concluyó, visiblemente afectado por la crisis que atraviesa su sector.
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