● Según datos del Banco Central y el índice Payway, las tarjetas de crédito recuperaron protagonismo en el consumo durante 2024 y 2025, impulsadas por la baja de tasas y las promociones en cuotas. En diciembre pasado, se realizaron operaciones por más de $8,1 billones, casi el doble que con débito. Sin embargo, este repunte se da en un contexto de alta inflación y pérdida del poder adquisitivo, lo que lleva a muchas familias a financiar gastos básicos.

● A pesar del aumento en el uso, el endeudamiento promedio por persona cayó de $62.000 en 2021 a $50.000 en 2022. Esto refleja que más personas acceden al crédito, pero por montos más bajos, lo que sugiere una estrategia de supervivencia financiera más que de inversión o consumo planificado. El 54,3% de la población adulta accedió a algún tipo de financiamiento, pero con saldos cada vez más reducidos.

● Una encuesta de Trendsity reveló que el 60% de los argentinos considera que endeudarse es un problema, y el 42% prefiere pedir dinero a familiares antes que recurrir a un banco. La percepción de que el crédito es inaccesible o riesgoso se suma a la falta de educación financiera y a la incertidumbre sobre la aprobación de préstamos. Solo el 20% cree que los créditos son accesibles en Argentina.

● Este escenario plantea riesgos estructurales para la economía: el uso intensivo de tarjetas para gastos corrientes puede derivar en deudas impagables, especialmente si suben las tasas o se interrumpen los planes de cuotas. Además, la informalidad laboral y la baja bancarización en algunos sectores limitan el acceso a crédito formal, lo que perpetúa la desigualdad financiera y debilita el consumo interno como motor de recuperación.

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