● Estados Unidos y China se enfrentaron públicamente durante la Asamblea General de la OEA en Antigua y Barbuda. El cruce tuvo lugar en el diálogo entre Estados miembros y observadores permanentes. El delegado estadounidense, Michael Kozak, alertó sobre intentos de “socavar la democracia” a través de aportes financieros y acusó sin nombrar a China de generar caos institucional.

● Kozak advirtió sobre la “amenaza persistente de actores externos malignos” que manipulan la gobernanza, la migración y la información. El mensaje fue interpretado como un reproche directo a Pekín. China respondió por medio del embajador Xie Feng, quien defendió la cooperación impulsada por Xi Jinping con la CELAC y aseguró que su país no tiene “cálculos geopolíticos ni agendas ocultas”.

● El gobierno chino afirmó que su modelo no interfiere con terceros y debería estar “libre de interferencias externas”. Washington rechazó esa premisa al mencionar el caso del Canal de Panamá, donde presionó para limitar la presencia de empresas chinas. El trasfondo de la disputa revela una creciente pugna por la influencia estratégica en América Latina.

● La tensión diplomática se produce tras un contexto bélico en Medio Oriente y en medio de reacomodamientos geopolíticos. El eje China-CELAC ha ganado espacio con inversiones en infraestructura, mientras EE.UU. busca condicionar esa expansión bajo el paraguas de la Carta Democrática Interamericana. La OEA quedó así en el centro de una disputa global por el Sur Global.

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